CHIPA CHIPA

Son pocas, pero tenaces. Aún quedan y salen. Se muestran Deambulan por la calle peatonal y tienen más paradas que el “CERRO DEL AGUILA”.

Con abrigos de visón hasta los pies. O de astracán .

Pero lo que más se ven son chaquetones de zorro, de diversos tipos.

Se sabe la importancia, lo cara que es una  piel, por la posición orgullosa de la cabeza de la portadora.

Esto es:”PIJOLANDIA”.

Y genio y figura hasta...

O más vale muerta que sen...

Y son todas “tres ages” como dicen los franceses.(!Viejas, coño”).

A mí, lo que me fastidia es que estén deseando que haga mucho frío, pelùa

para presumir.

Y no les importa el viento norte mataviejos, con tal de pasear de arriba abajo como si fuera una pasarela parisina. La jOdias.

Me dan un poco de lástima.  Su casa la alumbran con una sola bombilla que apenas puede con la penumbra.

Pero muestran sus prendas, las que no han podido vender, como prueba de la fortuna o categoría de sus maridos ya partidos.

El otro día, se paró una frente a mí. Llevaba un abrigo. Largo, amplio de leopardo. De más de una fiera para poderlo confeccionar.

Me atreví a preguntar si era de verdad o sintético.

Con cara de irritación, me contestó que era legítimo. Que a su marido le había costado varios millones de pesetas.

Le contesté:” ¿No le da miedo que una animalista le tire tinta sobre la piel del yaguareté?”

La muchacha acompañante me miró interesada.

La señorona me contempló despectivamente.

Yo continué: En lugar de provocar, señora, mejor sería que llevara una cesta y pregonara: ¡CHIPA CHIPA!

La acompañante me sonrió, pero dos lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Se estaba acordando de su país: PARAGUAY.