UN POCO DE HUMILDAD. .
Parece que ya vengo de vuelta de todo. Pero no quiero.
Es cierto que pocas cosas llaman ya mi atención .Y no quiero.
Si se venden por cosas nimias; ¿que no harán por las importantes?.”
Es mi condición fiarme de todo el mundo. Y me engañan.
Tengo motivos para no fiarme ni de mi sombra . Pero no escarmiento.
Cuando más tranquilo y confiado estoy, es rodeado de colegas.. El mundo y sus miserias están fuera de nuestro círculo. Estamos vacunados.
A base de estar parte de la vida en contacto con males, enfermedades, estamos inmunes. No me va a tocar estar malito. Vana ilusión.
Los médicos son los más imbéciles. Siempre cerca de la muerte, orgullosos ellos, creen que van a ser eternos, y presumen de coches, joyas, lujos, como sello de su triunfo profesional. Y todas esas exhibiciones valen menos que un beso o un abrazo de gratitud de un enfermo al que curaste o aliviaste.
El último curso de carrera, el catedrático de Médica, como quejándose nos decía: “Dentro de unos días ya seremos todos iguales, compañeros y nos tutearemos.”
Por eso, cuando mi médico de cabecera me habla de usted, me suena mal. Lo acepto en concepto de la edad. Solo por los años. No por los conocimientos que debe tener más y más frescos.
Tendrá menos experiencia pero si más ciencia. Para bien nuestro y de la sociedad.
No está de más conservar un poco de humildad.
Porque sabemos muy poco. Pero los únicos que saben algo de medicina son los médicos.